jueves, 31 de mayo de 2012

Mejor acompañado...




Desde la ventana de mi oficina esta misma mañana veía que al otro lado de la calle, delante del Ministerio de Hacienda, había agolpadas miles de personas protestando por una misma causa.
Es increíble lo fuerte que puede sonar cualquier consigna cuando en vez de ser gritada por una sola persona, la secundan miles de gargantas que unidas por un mismo sentimiento y un mismo pensamiento lo verbalizan a la vez.
Últimamente estamos muy acostumbrados, lamentablemente, a ver este tipo de circunstancias, en las que miles de seres individuales empiezan a unirse para reclamar sus derechos o conseguir modificar situaciones en las que claramente se ven perjudicados como individuos, y lo que era una única persona se convierte en una gran unidad de miles de personas haciendo que su repercusión y su fuerza crezcan exponencialmente (también llamada "Masa").
Esta circunstancia me ha hecho reflexionar y darme cuenta de que es curiosa la sociedad en la que vivimos y que en cierta manera alimentamos todos, en la que cuando las cosas nos van bien la responsabilidad nos la atribuimos a nosotros mismos y cuando las cosas van mal, buscamos el apoyo del resto de individualidades para conseguir que nos hagan caso...A veces simplemente nos comparamos, y si van mal para todos...Mal de muchos, consuelo de tontos...pero cuando nos va bien y al resto no le va tan bien, no nos unimos a ellos para hacer fuerza...
Todo esto creo que viene impuesto por que desde que nacemos se nos inculca lo únicos que somos, lo mucho que nos tenemos que valorar, que nos tenemos que demostrar las cosas a nosotros mismos, que antes nosotros, nuestra familia y después si nos queda algo, para el resto...y quizás debería enfocarse de otra manera, en la que realmente nos diéramos cuenta de la de cosas positivas que podríamos obtener si actuáramos mas como "Masa" que como simplemente individuos.
Ojo, que no quiero extenderme en el post, pero me parece igual de importante la autoafirmación del propio individuo y potenciarnos individualmente como después conseguir extrapolar esa fuerza individual a la sociedad, en lo que creo que estamos fallando.
¿Cuántas veces hemos pasado por algún lugar en el que hemos visto una persona en huelga de hambre y no nos hemos preguntado por que está en esa situación y en qué le podríamos ayudar?¿Cuántas veces hemos visto una manifestación de pocas personas y lo único que nos ha preocupado es que nos entorpecía el tráfico y no por lo que estaban protestando?¿Cuántas veces hemos dicho que esté país se va a la mierda pero no hemos secundado ninguna marcha para tratar de arreglarlo?¿Cuándo en una manifestación una minoría ha actuado de manera violenta y hemos olvidado las miles de personas que protestaban por algo justo y que si que se han comportado civilizadamente?
En el fondo, con nuestra actitud egoísta, en la que solo nos acordamos de luchar en conjunto cuando las cosas nos van mal, hemos creado esta sociedad que nos están llevando a vivir situaciones a las que no estábamos acostumbrados.
Y no es algo que haya ocurrido de repente, sino que durante generaciones hemos ido conformándonos y pasando del resto mientras tuvieramos nuestras necesidades cubiertas, sin importarnos lo que ocurría a nuestro vecino, hasta que hemos visto que nos va a ocurrir también a nosotros y pretendemos reaccionar....quizás demasiado tarde ya...
Intentaré a partir de ahora cuando vea una persona en huelga de hambre preguntar por que lo hace, y si considero que es una buena causa o pide algo justo, quedarme con él aunque sean 5 minutos, por que se sentirá arropado ese tiempo, o trataré de quitarme mi ideología política por un momento a pesar de que en una manifestación algunos vándalos la líen y no olvidar que el motivo de esa marcha puede ser algo por el bien de todos...ya lo se, quizás parezca poco, pero si todos poco a poco intentamos no solo vernos como personas en nuestra vida, sino como personas cuyos actos aportan a la sociedad, podríamos hacer que las cosas fueran mejor...¿No crees?







miércoles, 16 de mayo de 2012

Juego de Roles



En nuestra infancia hemos pasado miles de horas jugando con nuestros amigos a convertirnos por arte de magia en nuestros referentes, marcando el gol que nos daba el título como Ronaldo, aniquilando todo bicho viviente con armas súper poderosas y destructoras emulando a Rambo, pedaleando a toda velocidad y subiendo cuestas haciendo el Tour de Francia al igual que el gran Induráin...
Con nuestra imaginación cambiábamos de personalidad y adquiríamos nuevas habilidades, jugábamos a ser quienes nos gustaría ser y se nos pasaban los días sin mayor preocupación, simplemente nos poníamos la "máscara" de nuestro ídolo y...a disfrutar.
Cuando nuestras madres nos llamaban para ir a casa volvíamos a nuestra rutina: Tomar la merienda, hacer los deberes, ver un poco de tele, una ducha y a dormir, que hay que ir al cole...pero no había mucho problema, esperábamos a que llegara el día siguiente, nuestra apreciada hora de recreo, para convertirnos en un abrir y cerrar de ojos en quien queríamos ser de nuevo, una fiesta de disfraces que se repetía a diario.

Esa costumbre de ir portando "máscaras" no se pierde con el tiempo, ya que cuando crecemos y nos vamos haciendo mayores tenemos que ir aprendiendo a adaptarnos a nuestro entorno social y debemos ir actuando de una manera diferente en función del sitio, de lo que haya que hacer y sobre todo de quienes nos acompañen en ese momento.
Lo malo es que las nuevas "máscaras" no son las de Rambo, Ronaldo o Induráin...son nuestro Yo en el trabajo, Yo con mis amigos, Yo con la familia, Yo con mi jefe, Yo como hijo...una larga y pesada carga de caretas con la que debemos lidiar y que debemos saber combinar de manera óptima para no dar la nota en la gran fiesta de disfraces que es la vida (El Carnaval).
A pesar de la cantidad de roles diarios que tenemos, al llegar a casa y mirarnos al espejo tenemos claro quienes y cómo somos en realidad...¿O quizás no?

Si llega el día que nos enfrentamos a nosotros mismos y no sabemos exactamente quienes somos, si hemos olvidado cómo somos en realidad, o no sabemos con exactitud si llevamos la máscara puesta aún...es cuando nos surge un problema: ¿Quién soy de verdad?

Podemos estar toda la vida cambiando de una máscara a otra evitando ver nuestra auténtica personalidad, bien por que no nos gusta afrontar que hay muchas cosas de nosotros mismos que no soportamos, o simplemente por que estamos cansados y preferimos vivir siempre de carnaval, que puede parecernos más divertido...o por miedo a que toda la gente de nuestro alrededor, que nos sonríe y nos quiere cuando llevamos la máscara puesta, vea que al quitarla hay una cara llena de miedos e inseguridades, mucho cansancio, y que no siempre tiene ganas de sonreír...
A veces, nos da tanto miedo llegar al final del día y ver lo que hay debajo, que ni nosotros queremos vernos y preferimos hacer que no pasa nada y seguir con una careta puesta...pero aunque queramos evitarlo...en algún momento acaba cayendo y aparece lo que somos y sentimos en cada momento...

Por eso es mejor dedicarnos tiempo a nosotros mismos, a conocernos, a querernos, a tener claro quienes somos, que queremos y quién está a nuestro lado, a saber cuando llevamos la máscara y cuando no, a decidir cuando quiero llevarla o dar un portazo y decir...no me la pienso poner más, guste o no, esto es lo que soy...mírame a la cara.

Al fin y al cabo, aunque suene utópico, me gustaría cuando voy por la calle que en vez de sentirme en un carnaval rodeado de gente a los que veo llevando máscaras, fuera un lugar donde únicamente todos fuéramos personas y pudiéramos mirarnos a los ojos y saber que piensa y que siente cada uno de nosotros...todo sería más fácil...¿No crees?