Te levantas un día, como otro cualquiera, e inicias tus quehaceres diarios, convencido de que sabes todo lo que te va a pasar y sin poner en duda que está todo bajo control.
Ni siquiera imaginas que algo puede cambiar, y viéndolo desde fuera, me doy cuenta de lo ingenuos que somos.
Desde esa ingenuidad, esa falta de conciencia controlada por nuestra parte, recibimos una noticia que altera nuestros hábitos, puede ser una enfermedad de un familiar, una pérdida de trabajo, una discusión inesperada...todos nuestos esquemas se hunden quedando bloqueados por un momento, no sabemos que hacer, que decir, pensamos en que podemos haber hecho para merecer esto...y podemos caer en el error de creernos víctimas de un complot mundial que deseaba romper nuestra apacible tranquilidad, pisar las flores de nuestro jardín privado de sentimientos, sensaciones y vivencias, que tanto hemos tardado en sembrar, conseguir que nazcan, y que ahora están pisoteadas...
Nos sentamos en una esquinita de ese jardín, acurrucados, mirando la devastación alrededor y diciendo...¿Y ahora que?
En ese momento, recuerdas la cantidad de veces que has visto a amigos y compañeros pasar por esa situación, tu estabas en tu terraza, cuidando de tu jardín, y veías como de repente alguien destrozaba el de tu vecino de al lado, rápidamente ibas a su puerta, otras veces te hacías el despistado y preferías hacer como si no supieses nada, pero si llegabas al lugar de los hechos, ofrecías tu ayuda y soltabas una parrafada de cosas que parecían claras y fáciles de hacer...
"Tranquilo, vas a salir de esta, ahora simplemente tenemos que limpiar esto, volver a abonar, siembra de nuevo, y con paciencia volveras a tener un jardín no te digo igual de bonito que antes, mucho más bonito"
Ahora, recuerdas esas palabras y miras el tuyo, destrozado, y no sacas las mismas conclusiones...crees que antes ya lo era, con lo que te había costado y mira, eso de volver a empezar....mejor quedarse ahí en la esquinita y no hacer nada...
Afortunadamente, el resto de vecinos quizás venga a ayudarnos y recordarnos nuestras palabras, pero tenemos que poder nosotros mismos ser capaces de decirnos....
"Oye, aplícate el cuento...sal de esa esquina y ponte lo antes posible a limpiar los destrozos, intenta salvar lo que pueda salvarse, y vuelve a sembrar..."
Pues lo dicho...cuando te veas en esa situación...recuerda que las buenas palabras que deseamos para los demás, son igualmente válidas para nuestras situaciones, al fin y al cabo, todos somos personas y nos movemos por los mismos sentimientos...