Aunque no nos demos cuenta, nos pasamos el día tomando decisiones, de mayor o menor calado:
Elegimos si levantarnos o aguantar 5 minutos más en la cama, que desayunamos ese día, la temperatura del café, salir con bufanda o arriesgar sin ella, coger el paraguas o mirar al cielo y decir "fijo que hoy no llueve"...y así sin darnos cuenta vamos marcando nuestro camino, sin darle mucha importancia...
Esto entra dentro de nuestra rutina y no nos quita mucho tiempo, olvidamos que cada mínima decisión implica haber renunciado a otras opciones que pensábamos que podían ser peores pero...podrían haber sido mejores...así pues, si de repente llueve lamentaremos no haber cogido el paraguas pero...apechugamos y aprendemos la lección...y evidentemente, nos mojamos...
Llevemos todo este sencillo ejemplo a nuestra vida más emocional, a decisiones más "trascendentes", aquellas que nos quitan el sueño, aquellas que en cuanto tenemos que decidir nos hacen dudar una y otra vez, nos hace plantearnos qué ocurrirá si nos equivocamos, pensando a dónde irán las otras opciones que hemos desechado...como dice el título de esta entrada, aquellas que más que hacernos disfrutar sólo provocan que digamos "¿A dónde habrán ido las oportunidades perdidas?".
Si dedicamos más tiempo a pensar en las oportunidades perdidas en vez de ver las opciones por las que nos hemos decantado...tenemos que cambiar el enfoque!
Cuando decidimos con naturalidad acertamos mucho más de lo que fallamos, poco a poco, decisión a decisión, estamos tomando el camino que queremos tomar...día a día construimos nuestra personalidad y cuanto más perdamos el miedo a tomar decisiones más cerca estaremos de saber como somos y dónde queremos ir, cuando fallemos en vez de pensar en lo que hemos perdido, conseguimos aprender de ello y hace que cada vez nos sintamos más libres a la hora de tomar una dirección u otra por que las dos opciones nos van a venir bien...
Hay que aprender a salir sin paraguas bajo la lluvia, a saltar sin saber que hay debajo, a caernos y levantar...al fin y al cabo, guiarnos de nuestro instinto nos llevará todo lo lejos que queremos llegar, acompañados de quien realmente queremos que nos acompañe, y llenos de experiencias que nos han servido para valorar todo lo bueno y todo lo malo...aunque quizás al principio ni lo sabíamos...
Así que sin miedo, si llueve y no hemos cogido el paraguas....MÓJATE!!!
No tienes nada que perder...disfruta el camino y piérdete....aunque nos cueste a veces creerlo, siempre nos vamos a encontrar, y mucho mejor que sea más adelante, no en el mismo sitio una y otra vez...